Publicado en El Universal el 15 de Enero del 2015 por Alfonso Zárate Flores.
Provocaciones
Credo quia absurdum (Lo creo porque es absurdo). Tertuliano
Enfrentar la muerte —la propia o la de un ser querido— suele ser una experiencia dolorosa. Elizabeth Kübler Ross identificó los estadios por los que transitan quienes enfrentan la inminencia de su muerte. El primero, la negación, la no aceptación de lo que se anticipa definitivo. En el caso de los muchachos de la normal de Ayotzinapa, la mayoría de los padres ha decidido aferrarse a la esperanza de vida; lo insensato, lo absurdo, se convierte en el asidero último.
Hubo quienes negaron que Emiliano Zapata hubiera sido asesinado en la hacienda de Chinameca. La exhibición del cuerpo del caudillo, profanado por las balas, no era evidencia suficiente para quienes no estaban dispuestos a aceptar su muerte.
En los meses posteriores a la desaparición de los jóvenes normalistas han corrido diversas historias. Unos dicen que a los muchachos los tienen secuestrados, obligados a trabajar en algún campo de cultivo de enervantes. Otros aseguran que están presos en cuarteles militares; y otros más, que admiten su muerte, afirman que no fueron calcinados en Loma del Coyote, el basurero de Cocula, sino en hornos crematorios de las instalaciones militares en Iguala.
Para “sustentar” las hipótesis, por inverosímiles que parezcan, están los “expertos” —cualquiera con un cargo académico pretende serlo— que desmienten los dictámenes científicos; sus dichos, cual verdades sagradas, se reproducen en las redes sociales.
Pero Kübler Ross también habla de la ira, la indignación ante el carácter irremediable de la muerte.
Hoy, la mayoría de los padres de los muchachos desaparecidos se debate entre la negación y la ira, de allí la decisión de algunos de ellos de irrumpir en las instalaciones militares del 27 batallón en Iguala. A este tipo de acciones los incitan profesionales de la provocación que se infiltran en cualquier coyuntura que favorezca la confrontación y lleve a una respuesta que “exhiba” el carácter “represor” de los poderes públicos.
Salir de este atolladero será muy difícil. En primer lugar, por la precariedad de nuestro Estado de derecho. Nadie ignora la prevalencia de la impunidad en nuestro país. En segundo lugar, por el descrédito de las autoridades, lo que explica el llamado al grupo argentino de forenses y el traslado de las evidencias recogidas del fondo de la barranca a una prestigiosa universidad europea.
Algunos periodistas, amparados en versiones de “expertos”, dicen que las instalaciones militares tienen hornos crematorios y sugieren que en ellos fueron incinerados los jóvenes. Por eso la insistencia en “abrir” los cuarteles. Al parecer, el gobierno federal ha aceptado la posibilidad de que los padres de Ayotzinapa puedan entrar a las instalaciones militares “de forma ordenada y con respeto a nuestras instituciones”. El problema es que quienes postulan la teoría de la conspiración dirán: “no encontramos nada porque ya tuvieron tiempo de limpiar la escena”. Y volverán a empezar.
En el estado de Guerrero —una entidad lastimada por la pobreza, el narcotráfico y los cacicazgos— no existe gobierno y la búsqueda de los restos de los normalistas ha llevado a descubrir que en varias zonas existen cementerios clandestinos donde aparecen decenas de osamentas, se cuentan por miles los desaparecidos.
Estamos ante una situación de alto riesgo y, mientras tanto, permanecen demasiados hilos sueltos: el ex gobernador, Ángel Heladio Aguirre, continúa operando sin que nadie se atreva a molestarlo; poco o nada se sabe de la responsabilidad —por obra, omisión o negligencia— del ex procurador de Justicia del estado y del secretario de Seguridad Pública de la entidad: por otra parte, quien fuera secretario de Seguridad Pública de Iguala, Felipe Flores Velázquez, sigue siendo el “eslabón perdido”, en tanto las acciones provocadoras siguen escalando. Le están jalando la cola al tigre y el clima de ingobernabilidad en el estado de Guerrero se agudiza.
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate
Publicado en El Universal